| Catia resiste a pesar del abandono | Desde hace un buen tiempo, Catia ha sucumbido aparatosamente ante el deterioro que muchas personas inconscientes propiciaron en sus propios espacios, con el beneplácito de algunas autoridades.
El bulevar es sólo un ejemplo.
Los buhoneros fueron, por mucho tiempo, los inclementes verdugos que se encargaron de destrozar la cara de la zona donde se postraban para realizar su trabajo. Al ser desalojados, las autoridades comenzaron una lenta recuperación del bulevar, aunque no se han visto muchos resultados.
La plaza Sucre luce rejuvenecida a pesar de que las áreas verdes están notablemente deterioradas. En sus alrededores se pueden apreciar cualquier cantidad de restaurantes, polleras, tascas ocentros hípicos.
Comenzando el bulevar, en dirección hacia Pérez Bonalde, el piso desgastado muestra los grandes agujeros que se han convertido en enormes charcos de agua putrefacta, usurpando el lugar que una vez ocuparon decenas de lozas de concreto.
Innumerables tiendas de zapatos, ropa o papelería acompañan el paso lento de los transeúntes. Sus dueños reportan baja afluencia de clientes, aun cuando la economía informal se ha mantenido al margen.
Siguiendo la ruta, se puede apreciar a aquellos que quieren descansar y que optan por sentarse en unos banquitos destrozados y repletos de desperdicios.
El catiense anda a paso lento y despreocupado, aunque está siempre pendiente de mirar a los lados porque sobrellevar el problema de la inseguridad, como muchos venezolanos; es parte de su día a día.
El catiense no duda cuando tiene que decir que la zona donde vive está prácticamente abandonada a su suerte.
La otra cara de la moneda.
Catia fue designada a la parroquia Sucre en 1936. Dentro de su territorio se encuentran sitios emblemáticos dedicados a la recreación como el parque Alí Primera (antiguo Parque del Oeste) y el museo Jacobo Borges, ambos ubicados en la avenida Sucre.
Las cuatro caminerías de la plaza Pérez Bonalde están usualmente repletas de adultos mayores que se dedican a pasar el rato allí mientras conversan sobre política o leen el periódico.
El mercado municipal de Catia es un sitio que requiere la visita obligada de quienes quieran realizar un surtido mercado a buen precio. Eso sí, el basurero que se encuentra en su lateral derecho podría espantar a más de uno con el fuerte olor que emana.
Antonio Aguilera, vendedor informal, considera: "Acá la seguridad ha mejorado, hay menos robos. Estoy orgulloso de ser catiense. Vivo en un buen sitio". |
|