| Producción de autos caerá 25% este año por falta de divisas y conflictividad laboral | "Llueve y escampa", reza un viejo adagio español; pero para el sector automotor nacional, el chaparrón parece no cesar.
A la fuerte restricción en la liquidación de divisas y la imposibilidad de importar autos terminados, se une una efervescencia laboral creciente que ha obligado al cierre de dos de las siete ensambladoras que operan en el país, a lo largo del año.
Esto dibuja un panorama poco favorable para una industria que ha visto caer a la mitad su aporte al Producto Interno Bruto (PIB) en los últimos 18 meses.
La suspensión de actividades de MMC Automotriz, productora y distribuidora de las marcas Fuso, Hyundai y Mitsubishi, es el más reciente capítulo que evidencia cómo los conflictos laborales están afectando la producción, situación que para voceros del sector redundará en una caída de la oferta mayor a lo previsto.
"De mantenerse la paralización de MMC y General Motors, podríamos cerrar el año con cifras cercanas a las 100.000 unidades ensambladas en el país, una caída de 25% respecto a las cifras del año pasado", dijo una fuente vinculada a la industria que, como la mayoría de los voceros del sector privado, prefiere el anonimato por temor a sanciones por parte del Gobierno.
"Lejos de lo que se cree, la industria automotriz acumula cuatro semestres de caída, en buena parte debido a la pérdida de la paz laboral, como lo demostró el cierre que por cuatro meses afectó a General Motors el año pasado, y los cuatro meses que estuvo parada MMC a principios de 2009 por conflictos laborales", dijo la fuente.
En su opinión, la situación viene operando desde mucho antes que se produjera la caída de los precios del petróleo y, en consecuencia, se redujera la cantidad de dólares disponibles para la industria automotriz, por lo que acusa una política tendente a reducir la industria a su mínima expresión.
Relaciones tormentosas
Es evidente que en MMC las relaciones obrero-patronales no son las idóneas. Luego de alcanzar un acuerdo con el sindicato de trabajadores para reanudar actividades, tras cuatro meses de paralización, la productividad viene cayendo de manera alarmante, al punto que aún con una nómina que más que duplica la existente hace cuatro años, el indicador de eficiencia cayó a 30%.
Este fenómeno se repite en otras empresas. Según comentaba semanas atrás un alto responsable de una de las empresas estadounidenses presentes en el país, el ausentismo laboral no justificado en el sector promedia 25% de la nómina global, alcanzando en algunas áreas de producción hasta 70% y 75%.
En el caso específico de MMC, el incumplimiento por parte de los trabajadores se tradujo en una caída de 63% en la producción durante los primeros siete meses del año, en comparación con el mismo período de 2008.
A ello se agrega el paralelismo sindical, una realidad que se ha hecho patente con mayor énfasis en las fábricas de General Motors y Toyota, justamente dos de las empresas que mayores problemas de índole laboral han enfrentado en los últimos dos años.
No menos importante es lo que la fuente de la marca estadounidense cataloga como "permisividad gubernamental", que se traduce en el caso omiso que las autoridades del trabajo hacen a las solicitudes de calificación de despido para empleados de comprobada conflictividad.
"Hay calificaciones que fueron introducidas hace más de año y medio y aún no recibimos respuesta. Esto se convierte en estímulo para trabajadores inoperantes que se sienten amparados por la ley, al tiempo que ha hecho que se pierda la disciplina laboral", añade la fuente.
Promesas incumplidas Si bien la asignación de divisas, según el presupuesto presentado por el Gobierno un mes atrás, se viene cumpliendo, los bemoles siguen presentes y amenazan con convertirse en notas desafinadas.
Algunas empresas no han recibido lo acordado, y apenas pueden mantener sus ya menguadas operaciones. "No se da solución a la deuda global, para que los proveedores internacionales normalicen el despacho de material de ensamblaje", dijo otra fuente.
La consecuencia es que General Motors no ve posible reanudar operaciones en el corto plazo, Ford mantiene una operatividad cercana a 60%, mientras que Toyota y Chrysler trabajan a menos de 40% de su capacidad.
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