| Sincerar el valor del dólar, ¿a cambio de qué? | Durante más de cinco años nuestro país vivió con una paridad cambiaria totalmente anclada, es decir, el precio de cada dólar de Estados Unidos de Norteamérica se mantuvo en 2,15 bolívares, muy a pesar de que nuestra inflación se ubicó en los más altos peldaños de la región y del mundo.
Este escenario, sin duda alguna, afectó sensiblemente nuestro aparato productivo, sin entrar a analizar otras razones, como la seguridad jurídica, podemos decir que resultaba más barato traer cualquier cosa de otro país que producirla en Venezuela.
De esta manera, cada vez más, consumíamos productos importados y la producción nacional disminuía terriblemente, lo cual sirvió de excusa para decir: "Hay que ahorrar los dólares del pueblo" y con ello entrar en una suerte de radicalización del control cambiario. Más controles, más discrecionalidad en las importaciones, más requisitos y hasta más limitaciones de derechos individuales como el libre tránsito sólo puede viajar quien tiene tarjetas de crédito, con cupos asignados anualmente que año a año han sido disminuidos.
Este modelo, como era de esperar, resultó insostenible, nos convertimos en un país con economía de puerto y, además, monoproductor; todo lo compramos con los dólares de los barriles de petróleo que vendemos y que ahora, tras la crisis mundial, valen mucho menos. En otras palabras, ya no producimos para el consumo nacional y no nos alcanzan los dólares para importar lo que necesitamos.
Somos conscientes de que era necesario sincerar el valor del dólar frente al bolívar; nunca debió mantenerse estático por tanto tiempo. Pero para que esto se convierta en una medida positiva es necesario acompañarla de un cambio de políticas públicas dirigidas a mejorar la producción nacional, aceitar el aparato productivo y devolver a los venezolanos las libertades recortadas con el control de cambio; es decir, apertura, concertación con el sector privado (libre competencia), seguridad jurídica (respeto a la propiedad privada y a la libre empresa) y libertad de tránsito (no más cupos ni restricciones); de lo contrario, puede haber más inflación, escasez y descontento.
Todos queremos una Venezuela productiva, de hermandad, convivencia y éxito. "Vamos por ella". |
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