| Consumidores expropiados | La célebre frase del para entonces presidente de Estados Unidos de Norteamérica John F. Kennedy, el 15/03/1962: "Consumidores somos todos", luce contradictoria frente a las políticas públicas implementadas en nuestra Venezuela actual. La expresión del popular Presidente hace alusión a la capacidad de los consumidores y usuarios, que suelen ser débiles cuando actúan en la individualidad, pero resultan ser la clase más decisiva del mercado cuando se unen en la defensa de sus derechos e intereses.
Esta capacidad de los consumidores no ha escapado de la percepción de nuestros gobernantes, quienes son conscientes del poder que aquellos representan unidos, por lo que constituyen riesgo para su perdurable sostenimiento popular. Así las cosas, vemos cómo hemos sido expropiados, por usar un término de moda, de los derechos que a lo largo de la historia hemos venido conquistando.
Cada vez que se anuncia la expropiación de alguna fuente de producción, establecimiento comercial o empresa de servicios, lo que se está anunciado es la expropiación de derechos fundamentales de los consumidores, entre ellos: el derecho de elegir, el derecho a bienes y servicios de calidad, el derecho de reclamar y de exigir indemnización. Cómo podrían ejercerse estos derechos frente al Estado que monopoliza, poco a poco, todos los sectores; cómo podemos elegir, por ejemplo, a nuestro prestador del servicio eléctrico si sólo hay uno el Estado, o cómo podemos demandar un servicio de calidad o reclamar indemnización frente a él. Es el más ilustrativo ejemplo de lo que sería del consumidor con un Estado único productor, comerciante y dueño.
Nótese, además, que ya las leyes que regían la defensa y derechos de los consumidores han abandonado radicalmente el término (Ley de Protección al Consumidor sustituida por Ley Para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios), en cuyo texto ha sido abolido el concepto consumidor, así como se sustituyen sus formas de participación por consejos comunales.
Creo que el poder del consumidor no sólo es bueno para influir favorablemente en el mercado, sino que también es bueno para defender nuestros derechos, máxime cuando lo que está en juego es nuestra estabilidad, nuestra tranquilidad y nuestra calidad de vida. |
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